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18 juillet 2016
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Horizons et debats  >  archives  >  2009  >  N°41, 26 octobre 2009  >  Nosotros los suizos no somos el UBS [Imprimer]

La prensa de la corriente dominante de EE.UU. y G.B. se pone al descubierto después de la caída del Partido Socialdemócrata alemán

ts. De a poco se aclara la niebla que cubría a los supuestos mandantes de los ataques contra Suiza, y que se dejaban reconocer sólo vagamente. El SPD bajo Steinbrück, ahora castigado por el pueblo, con retórica marcial, difamaba, se burlaba, y amenazaba a Suiza, para distraer de la propia quiebra, no sólo de la del partido, sino también del país; ahora, después de su derrota catastrófica en las elecciones, se pone claramente de manifiesto que el SPD no sólo atacaba por iniciativa propia, sino por encargo desde fuera. ¿Sino, cómo se aclara que después de la caída de Steinbrück, de pronto los mismos tonos cacofónicos, pero aún con más veneno, suenan contra nuestro país al otro lado del Atlántico? Si la retórica del clan Gaddafi, que exigía la división de Suiza y su bombardeo, fuese considerada aún como proveniente de un antiguo miembro del «eje del mal» de Bush que cambió de rumbo, la prensa de la corriente dominante de EE.UU. retoma la polémica y pone en claro, que después de la caída de los lacayos de la llamada izquierda alemana, ahora toma la batuta el Señor y maestro personalmente.

¿La izquierda suiza contra el ataque del gran dinero?

Ahora que está bien claro que el SPD, al recibir la licencia para fundar el partido después de 1945, con presteza siguió y llevó a cabo su misión, resulta extraño que en ese momento el grito de indignación de nuestros compatriotas suizos no se dejó oír con claridad en los medios: ¿Es que los medios callaron sobre el distanciamiento del SPS suizo y de los verdes con respecto al SPD maquinado por EE.UU., o todavía no se había pensado al respecto? A todos nuestros compatriotas suizos se les recomienda que lean los artículos de los medios norteamericanos, en el mundo nuevo del internet esto resulta muy fácil. Después de la lectura sería necesario hacer un llamado al mundo: nosotros los suizos no somos el UBS. Existen otras cosas como convicciones humanitarias, tradición social y de democracia directa.

Multimillonarios y sus diarios

Por ejemplo, «Los Angeles Times» propiedad del multimillonario norteamericano Sam Zell desde 2007, en la edición del 3 de octubre se burla, en una larguísima versión, de los deslices de un Muammar al-Gaddafi, sobre los «tonos aparentemente neutrales de las Convenciones de Ginebra» y subraya que Suiza no pertenece a ninguna alianza militar. Y aquí llegaríamos al centro de la cuestión:
¿A quién le molesta que Suiza sea neutral y no sea miembro de la OTAN?¿Y que Suiza sea el estado depositario de las Convenciones de Ginebra? ¿A quién le molestan, de por sí, las Convenciones de Ginebra? Lógicamente, a los grupos que quieren satisfacer su codicia de dinero y poder a través de nuevas guerras – sin ser molestados, y al margen del derecho de guerra del derecho internacional.
Mientras que el «Wall Street Journal», dirigido por el accionario principal Rupert Murdoch, en su edición del 25 de agosto, bajo el título «¿Necesita el mundo todavía a Suiza?», por lo menos reconoce que gracias al secreto bancario en Suiza, muchos judíos alemanes pudieron poner a salvo su dinero de los nazis; pero después llega a la conclusión, de que Suiza no es tan necesaria como entonces. Uno se pregunta, qué grupo de las altas finanzas es el que se manifiesta aquí.

Una guerra económica con todas las de la ley

Ya en las divulgaciones de la City of London en el «Financial Times» del 11 de octubre, en las que se le da cinco consejos a Suiza sobre cómo mejorar su dañada reputación – lo que fue comentado por el «Tages Anzeiger» del 12 de octubre: «el diario financiero británico más importante le quiere jugar una mala pasada a la competencia»; o en el comentario del «Figaro» del 5 de octubre – el diario perteneciente al consorcio armamentista Dassault: que los ataques a Suiza en 1995, por parte de los «Juifs americains», sólo eran un «amuse gueule», una prueba anticipada de los ataques actuales a Suiza, los cuales tienen que ver con la competencia económica y no con la defensa de altos principios; o en las conclusiones del mismo «Figaro», que la hospitalidad suiza no es la misma de antes; o cuando en «Libération» del 6 de octubre – fundado por trotzquistas bajo Serge July y adquirido en 2006 por el Baron Edouard de Rothschild – se habla de la humillación de Suiza, que nunca había alcanzado un grado tal, y asesta otro golpe sosteniendo que el «espiar» es casi la segunda naturaleza de los suizos. Cuando se leen todos estas fabricaciones desinformantes, casi al mismo tiempo, en los mainstreams mediales, en Suiza hay que restregarse los ojos y constatar simplemente, que los ataques, tal como lo describe el «Figaro» abiertamente, son más bien parte de una guerra económica con todas las de la ley, impulsada por una finalidad tenebrosa de codicia de dinero.

Apoyar a Obama contra el loby de guerra

Con más razón es necesario que los suizos estén unidos, los de izquierda con los de derecha, y que se defiendan contra tales animosidades y difamaciones. Nosotros, los suizos, no somos el UBS. Existimos ya antes que ese banco, no tenemos nada que ver con maquinaciones criminales, y los banqueros que han infrigido contra las leyes, deben ser castigados y no premiados. Pero que en los medios mainstream estadounidenses se critiquen los buenos servicios de Suiza, las Convenciones de Ginebra y el mantenerse fuera de guerras que violan el derecho internacional, da que pensar. ¿El cartel de guerras hubiera querido tener a especialistas montañeses suizos para sus guerras en Hindukusch? ¿O el estado depositario de las Convenciones de Ginebra debería disolverse, para que las convenciones no tengan ningún intercesor más – para que se pueda seguir torturando, violando y pisoteando el derecho internacional de guerra?
No puede ser, y sobre todo la izquierda suiza es llamada a abogar por la paz, justicia social y reconciliación entre los pueblos, sin la intriga del gran dinero. Sobre todo, que el presidente norteamericano y premio Nobel de la paz Obama, necesita todo el apoyo para acercarse a su meta de un mundo libre de armas atómicas; el apoyo de fuerzas amantes de la paz en EE.UU. y en el resto del mundo, y sobre todo de Suiza, que ha desistido de poseer armas atómicas, y que siempre ha intercedido para que las armas que matan sin diferenciar, sean prohibidas por las Convenciones de Ginebra. Este es un deber que le corres­ponde a todo el pueblo suizo, sobre todo a los que se orientan hacia la izquierda.    •