CERN puso en funcionamiento el Gran Colisionador de Hadrones

por Karl Müller

En los últimos años, ningún programa de investigación científica ha tenido tanta repercusión en los medios, como el comienzo del funcionamiento del Gran Colisionador de Hadrones (LHC siglas en inglés) el 10 de septiembre, en el Laboratorio Europeo de física de partículas (CERN siglas en francés). Los experimentos deberán comenzar a fines de octubre. La protesta de científicos y el intento de algunos países de interponer recurso, no lograron impedir la puesta en funcionamiento.

En cambio se polemizó, sobre todo, contra esas protestas. Uno de los tantos ejemplos en toda Europa, es la emisora semiestatal alemana Deutschlandfunk. Ésta comentó el 10 de septiembre, que existe «un riesgo mínimo de que los aceleradores de protones sean una trampa mortal», pero agregó que «la investigación de base significa justamente que, con anterioridad, no se sabe en detalle lo que va a resultar de ella». Seguidamente, se polemiza irónicamente contra esos argumentos, culminando con una frase final: «Aún cuando sea poco probable, si el fin del mundo es inminente, será por lo menos un fin grandioso.»
De esta manera se evita el pensar seriamente sobre los posibles riesgos de los experimentos del CERN, siendo que ésto sería razonable en muchos sentidos. De todas maneras, según opinan ciertos científicos de renombre, existe el peligro que en los experimentos del CERN, al hacer colisionar las partículas atómicas (protones) a una velocidad y con una carga energética no utilizada hasta ahora, se podrían producir «agujeros negros» – formaciones con un extremo poder de atracción.
Ese poder de atracción es tal, que absorbe todo lo existente a su alrededor, haciéndole perder su forma y consistencia – incluso a la luz. Dentro de un período de tiempo que no puede definirse exactamente, (también sobre ésto hay diversas teorías entre los científicos), la tierra podría ser «tragada» por un tal «agujero negro».
Los científicos que critican los nuevos experimentos del CERN, no afirmaron que ésto sucederá con toda seguridad; lo que dijeron es, que teóricamente, la existencia de ese peligro es tan fundada como la posición contraria que lo niega.(ver Horizons et débats no. 31 del 4 de agosto).
Los tribunales que han dado fallo sobre las demandas hechas contra el inicio de los experimentos del CERN, tampoco han aportado una aclaración científica al respecto. El fallo más actual – el del Tribunal Administrativo de Colonia del 11 de septiembre (Az. 13 L 1123/08) – llegó a la conclusión, que el peligro de formación de agujeros negros en el LHC, y del posterior exterminio de la vida en el planeta, es «negado por la mayoría de los científicos».
La denuncia presentada al Tribunal Europeo para Derechos Humanos, presenta un resumen detallado de las consideraciones científicas contrarias a los nuevos experimentos del CERN (ver lhc-concern.info). Siendo que existen dudas tan graves con respecto a un experimento científico – también en la población que ha seguido en parte esa discusión – ¿porqué no se aclaró una discrepancia tan obvia entre los científicos, antes de iniciar un experimento semejante? Hasta ahora nadie pudo aclarar el motivo por el cual la búsqueda experimental de conocimientos sobre el origen del universo y del llamado big bang, dada a conocer públicamente, no puede ser prorrogada.
¿O es que están de por medio otros intereses del CERN? Éstos juegan siempre un papel primordial cuando no se quieren considerar posibles riesgos: por ejemplo, mucho poder y mucho dinero.
En su obra de teatro «La vida de Galilei», Bertold Brecht caracteriza, a través de él, al científico devenido corrupto y falaz: «Como científico tuve una posibilidad única. En mi época, la astronomía llegó a las plazas de los mercados. En circunstancias tan especiales, la firmeza de un hombre podría haber ocasionado gran conmoción. Si hubiera resistido, los científicos hubieran podido crear algo similar al juramento hipocrático, la promesa de poner sus conocimientos ¡sólo al servicio de la humanidad! Así como están las cosas, lo máximo que puede esperarse, es un género de enanos ingeniosos, que puedan alquilarse para toda ocasión […]. Y yo entregué mi saber para que los dueños del poder lo usen, no lo usen, abusen de él, según sirva a sus intereses.»
Y dirigiéndose a los científicos que esperan una respuesta: «Con el tiempo podréis descubrir todo lo que haya para descubrir, sin embargo, vuestro progreso va a ser un progresivo alejamiento de la humanidad. El abismo entre ella y vosotros puede llegar a ser tan grande un día, que vuestro grito de júbilo sobre algún logro nuevo, podría tener un grito de horror como respuesta.»
Hoy en día, nadie sabe con seguridad qué va a resultar de los experimentos del CERN. Seguro es, que en la concentrada polémica contra los críticos del experimento, se cuestiona en forma alarmante, la base de toda convivencia humana: que la protección de la vida debe tener prioridad absoluta.
El respeto por la vida se ha perdido. Si de ese paso hacia el abismo no se puede retroceder, se tiene que contar con lo peor.    •