por Dr. Eva-Maria Föllmer-Müller

El 1 de diciembre finalizó la octava sesión especial del Consejo de derechos humanos sobre la situación en el este del Congo. Después de una controversia inicial, se aceptó la resolución que había presentado Egipto en nombre del grupo de países africanos. En nombre de la UE Francia retiró su resolución. El texto de la UE no hacía mención de las causas del conflicto y sus opositores veían en él una justificación anticipada para una posible intervención militar en el Congo (ver Horizons et débats No. 48 del 1 de diciembre).
En la resolución aceptada por consenso, el Consejo de derechos humanos de las Naciones Unidas condena no sólo los actos de violencia, las violaciones de derechos humanos en el norte de Kivu – sobre todo los abusos sexuales y el reclutamiento de niños soldados por las milicias – sino que apela a la comunidad internacional para que se investiguen seriamente las causas del conflicto, en especial la explotación ilegal de materias primas. También quiere contribuir a impulsar la paz y la estabilidad en la República Democrática del Congo (RDC) y apoyar los esfuerzos del gobierno .
En la sesión especial del Consejo del 1 de diciembre, la delegación de la RDC había señalado que la mayoría de las exposiciones hechas hasta ese momento, se habían referido a las consecuencias del conflicto pero no a sus causas (ver recuadre). El delegado Sébastien Mutomb Mujing declaró que el envío masivo de observadores y reporteros especiales no ayuda a aliviar el enorme sufrimiento del pueblo. Lo que se necesita es una clara presión internacional sobre los rebeldes que han sembrado el odio en la zona de los Grandes Lagos. Es de vital importancia que los refugiados puedan regresar a sus hogares.
Mutomb Mujing señaló que la armada actual ha sido reestructurada, y ha integrado a ex combatientes de grupos rebeldes que violan los derechos humanos y desacreditan así al ejército en general.
Con respecto a los países vecinos, recalcó el hecho de que algunos de ellos se han convertido en grandes exportadores de materias primas, a pesar de que su propio suelo no cuenta con ellas. ¿Hacen por eso todo lo posible para evitar una verdadera solución del conflicto y el fin de las masacres?
El resultado de la sesión especial muestra que los países africanos han ganado seguridad en sí mismos y ya no se dejan comandar por el mundo occidental. Cada vez más responsables enÁfrica han tomado conciencia que tanto los estados de más influencia en la UE como EE.UU., persiguen un nuevo dominio colonial en África aún peor que el de los siglos pasados. Pero ésto los africanos no lo van a aceptar.
Para los habitantes de los países industriales, la nueva política colonial es igualmente una política en beneficio de unos pocos. Los gastos inmensos de las guerras recaen siempre sobre la población, y por eso también en los países «ricos» como Alemania y EE.UU., la pobreza está tomando dimensiones alarmantes. Incluso en Alemania hay nuevamente niños que sufren hambre.
El hecho que los gobiernos occidentales continúan su curso bélico, lo muestra ejemplarmente la política de EE.UU. y la construcción del Comando militar central de EE.UU. para África, Africom. Hace un tiempo, el gobierno norteamericano quiso trasladar la sede de Africom a África pero ningún país africano lo aceptó y la sede tuvo que permanecer en Stuttgart. Así todo, Africom fue construido, así como una importante embajada norteamericana en Goma, al este de la RDC. Según fuentes congolesas, EE.UU. ha erigido en Ruanda, cerca del límite con la provincia Kivu, una base militar construída por la empresa Halliburton.
Fue casi al mismo tiempo cuando estallaron los conflictos, y no sólo en el este de la RDC. También el tema de los piratas en la costa de Somalia fue avivado por los medios: ¿para justificar una intervención militar – con objetivos muy diferentes – por parte de la UE y EE.UU., después que, dos años atrás, se trató de eliminar a aquellos que realmente combatían a los piratas en Somalia?
Analistas como F. William Engdahl («Africom, China und die Kriege im Kongo»), info.kopp-verlag.de del 27 de noviembre) parten de la idea que para la UE y EE.UU. no se trata de derechos humanos y asaltos (¿magnificados?) de piratas, sino del acceso directo al gran cuerno de África rico en materias primas, que se extiende desde el golfo de Adén hasta Sudán y el este de la RDC. Se trata, además, del control de las rutas de transporte en el Océano Índico. La UE y EE.UU. consideran «amenazante» que China, desde hace unos años, se haya asentado en África y haya convenido acuerdos equitativos con los países africanos.
China tiene un contrato con el gobierno congolés por la suma de 9 mil millones de dólares, por el cual empresas chinas tienen acceso a 10,6 millones de toneladas de cobre y 600 000 toneladas de cobalto. En cambio, Pequín se ha comprometido a invertir 6 mil millones de dólares en rutas, ferrocarriles, energía hidráulica, hospitales y escuelas, además de 3 mil millones de dólares en proyectos de minería (www.german-foreign-policy.com del 3 de noviembre).
El jefe rebelde Nkunda – compañero de lucha del presidente de Ruanda Paul Kagame – no está de acuerdo con ese contrato y ya ha amenazado con invadir Kinshasa. Con el pretexto de proteger a una minoría tutsi en el este del Congo, Nkunda lucha para extender el control de Ruanda sobre el Congo, a fin de continuar con el saqueo de sus riquezas naturales para entregarlas a sus clientes de la UE y EE.UU. Ya desde hace años se hace contrabando de materias primas en gran escala a través de Ruanda. Según informes de expertos de la ONU, la armada ruandesa, en los últimos 18 meses, ha recibido 250 millones de dólares sólo por la venta ilegal del codiciado coltán. Ruanda cuenta con el apoyo de EE.UU. y Alemania.    •