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18 juillet 2016
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Horizons et debats  >  archives  >  2008  >  N°49, 8 décembre 2008  >  Congo entre las tenazas de las naciones industriales [Imprimer]

Congo entre las tenazas de las naciones industriales

Sesión especial del Consejo de derechos humanos en Ginebra

thk. El viernes 28 de noviembre, el Consejo de derechos humanos en Ginebra deliberó sobre la situación alarmante en el Congo, especialmente sobre la guerra en el este del país. Francia, que en este momento preside la UE, apoyada por 16 estados miembros del Consejo de derechos humanos y 23 estados con status de observadores, pidió una sesión especial del Consejo para aclarar la situación de los derechos humanos en el Congo y exigir a las partes en conflicto que respeten los derechos humanos y pongan fin a las acciones bélicas. Al mismo tiempo, en nombre del grupo de las naciones africanas, Egipto presentó una segunda aclaración que exigía, en primer lugar, combatir las causas del conflicto: la explotación criminal de las riquezas naturales por parte de estados extranjeros y el apoyo a las milicias armadas.
La sesión estuvo, desde el comienzo, bajo la influencia de un hecho preliminar repulsivo. Dos ministros del Congo, el de justicia y el de derechos humanos, que querían viajar expresamente para esa sesión, y manifestar así su disposición a trabajar con la comunidad internacional, no pudieron obtener una visa que les permitiera llegar a tiempo. El deseo de los estados africanos de aplazar, por esa razón, la sesión para el lunes, fracasó por la resistencia de la UE. Una afrenta, que nos recuerda los tiempos siniestros de la colonia. Con eso estaba claro desde el comienzo que no se quería un debate serio.
Durante la discusión en el Consejo, esas dos posiciones diversas se reencontraron en la argumentación de las distintas naciones: los países industriales no dijeron una palabra sobre la explotación criminal de las riquezas naturales desde hace decenios y tampoco sobre el suministro ilegal de armas a Nkunda.
En cambio, se le reprochó una y otra vez al gobierno y al ejército congolés de no cumplir con su misión de protejer a los habitantes de los conflictos violentos. Cada vez más se tenía la sensación, que aquí no se trataba de solidaridad con la población afectada, y de un claro y decidido rechazo al curso guerrero de Nkunda, sino de una estrategia política de poder.
El embajador congolés manifestó claramente su consternación por la situación catastrófica de la población, y advirtió sobre el peligro que significa el continuar desestabilizando al país e impulsando el separatismo de la provincia del este. Al mismo tiempo, exigió que se suspenda el suministro ilegal de armas a Nkunda desde el extranjero, y que se combatan las causas de las violaciones a los derechos humanos y no los síntomas. En una conversación personal el embajador manifestó conmovido: que dejen a la población de su país finalmente vivir en paz. Ya han soportado demasiado.
La alta comisaria de derechos humanos, Navanethem Pillay, también insitió sobre el alcance de ese conflicto violento: «La crisis de la situación de los derechos humanos, en expansión, no se limita a Kivu, y resulta de distintos movimientos violentos como la Uganda Lord’s Resistance Army, que ha provocado masivos flujos de refugiados, violaciones, asesinatos y reclutamiento forzoso de niños soldados en las provincias del este.» No obstante, ella tampoco mencionó el rol que juega el gobierno de Ruanda.
A través de las distintas declaraciones y las dos posiciones contrarias, en la sala del Consejo se hizo cada vez más evidente que aquí no se jugaba abiertamente: en las declaraciones de los países industriales no se mencionó a Ruanda y Uganda, estados que como es sabido suministran armas al jefe rebelde Nkunda. Los representantes de los estados occidentales tampoco analizaron claramente las causas de los asesinatos en el Congo. En cambio, se tenía la impresión de que los estados occidentales se proponían debilitar al gobierno congolés, y por lo tanto, no apelaban claramente al agresor para que respete los derechos humanos y ponga fin de inmediato al genocidio silencioso.
En esta situación, los repetidos reproches al gobierno congolés sólo pueden tener una finalidad: el crear un pretexto para intervenir militarmente en el Congo. Bajo el lema «Responsability to protect» se creará un protectorado al estilo neocolonial de la ONU y la OTAN, para asegurar a las naciones industriales el acceso a las riquezas naturales en los próximos decenios. ¿Le espera al Congo un destino similar al que vivió la República de Yugoslavia hace 10 años? Bajo la excusa de una intervención humanitaria, la OTAN atacó al país y separó al Kosovo con la ayuda de la ONU. La gigantesca base militar de EE.UU. en Kosovo, Camp Bond Steel, demuestra de qué se trataba en realidad.
EE.UU. ya tiene una importante embajada en Goma. ¿Será también como en Kosovo, el primero en reconocer al nuevo estado «Kivu» y asegurarse el acceso ilimitado a las riquezas naturales? Los gobiernos de occidente no juegan limpio. Los congoleses que sufren desde hace decenios no pueden esperar de ellos ni una auténtica solidaridad ni una verdadera protección en esta situación sin salida. Por eso es tan importante que los países independientes denuncien abiertamente cuáles son las verdaderas causas de ese conflicto, y exijan el respeto de los derechos humanos y del derecho internacional, así como el cese inmediato de las luchas.    •

Materias primas para tecnología armamentista

Coltán es un mineral cuyo principal yacimiento se encuentra en África central y del cual se extrae, en primera línea, el metal tántalo (Ta). El nombre coltán deriva del grupo mineral columbita-tantalita.
El metal niobium (Nb) es químicamente similar al tántalo. Por eso puede reemplazar al tántalo, en este momento muy costoso, en la produccción de condensadores. También es utilizado para la producción metalúrgica de aleaciones duras y resistentes al calor, para turbinas de gas y piezas de cohetes. La extracción de coltán se concentra sobre todo en la región del lago Kivu en la República Democrática del Congo.

Fuente: Wikipedia

La maldición de las riquezas naturales

El informe de un grupo de expertos del Consejo de seguridad de la ONU sobre la explotación ilegal de materias primas en la RDC de abril de 2001 (Documento S/2001/367) constata:
«El conflicto en la República Democrática del Congo se generó, en primer lugar, a causa del acceso, control y comercio con cinco materias primas fundamentales: coltán, diamantes, cobre, cobalto y oro.» (S.41f.)

Fuente: United Nations, Security Council Document S2011/357

Paz sólo por medio de la justicia

La Sante Sede, además, denuncia públicamente el comercio ilegal de armas en la República Democrática de Congo, sobre todo de armas ligeras de poco calibre. Estas aumentan el potencial de violencia y amenazan la vida y la integridad de una cantidad inaceptable de personas inocentes.
Según una declaración de los obispos congoleses, el pueblo congolés «está viviendo una verdadera tragedia humana, como un genocidio silencioso que tiene lugar frente a los ojos de todos».1
El Papa Benedicto XVI hizo un llamado a todo el mundo «a colaborar para que en ese país se restablezca la paz, el respeto por la ley y la dignidad de cada persona, martirizada desde hace tanto tiempo.»2
Cifras recientes indican que en la República Democrática del Congo unos 2 millones de personas han sido desplazadas violentamente. Su derecho a la alimentación, agua potable, trabajo, vivienda, educación y salud está en grave peligro. Muchos de esos desplazados terminan en un campamento donde pueden recibir ayuda de organizaciones internacionales. Otros tienen menos suerte, y, a causa de constantes luchas entre los diversos grupos no pueden acceder a la ayuda humanitaria. También se informó recientemente que unas 200.000 personas viven en matorrales, y sobre su situación poco se sabe. Mi delegación apela a las partes en guerra en la República Democrática del Congo para que respeten el armisticio ya convenido y se unan al acuerdo de paz que se firmó en el pasado. El pueblo del Congo tiene, al igual que todos los seres humanos en nuestro planeta, un ­«agrado derecho a la paz».3 Para llegar a una paz duradera, ésta debe basarse en el diálogo y la reconciliación, ya que la paz sólo puede lograrse por medio de la justicia.

Fuente: Declaración de su Excelencia Arzobispo Silvano M. Tomasi, representante permanente de la Santa Sede en la oficina de las Naciones Unidas en Ginebra frente al Consejo de derechos humanos el 28 de noviembre de 2008.

1    Conference Episcopale Nationale du Congo, Déclaration du Comité permanent des évéques sur la guerre dans l’Est et dans le Nord-Est de la RD Congo. La RD Congo pleure ses enfants, elle est incosolable, 13 Novembre 2008 http:// www.cenco.cd/presidenceco/messagenov2008-htm.
2    Benedikt XVI, After the Angelus of 9 November 2008
3     UN GENERAL ASSEMBLY, Declaration on the Right of Peoples to peace. UN Doc. A/39/51(1984), p.1