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Horizons et debats  >  archives  >  2008  >  N°51, 22 décembre 2008  >  Cáncer infantil en los entornos de centrales nucleares alemanas [Imprimer]

Cáncer infantil en los entornos de centrales nucleares alemanas

Razones de fondo y evaluación radiobiológica de los datos

por Prof. Dr. Edmund Lengfelder, Instituto radiobiológico de la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich

zf. A fines de noviembre, tuvo lugar frente a un numeroso público en el hospital de la Universidad de Zurich, un acto de la Sociedad Hipocrática Suiza, www.hippokrates.ch. Los temas candentes fueron el estudio alemán sobre cáncer infantil y los riesgos de la nanotecnología. El Prof. Edmund Lengfelder resume a continuación los puntos fundamentales de la primera parte de su conferencia.

A raíz del número inusitado de casos de leucemia infantil en el entorno de la central nuclear de Krümmel y del vecino Centro de investigación de Geesthacht al este de Hamburgo, comisiones de científicos e investigadores inquirieron las causas de este fenómeno. Encomendado por el ministro de medio ambiente Dr. Töpfer, el Prof. Michaelis, con la ayuda del Registro Nacional de Cáncer Infantil de Alemania en la Universidad de Maguncia (Mainzer Kinderkrebsregister) de los años 1980 a 1990, llevó a cabo una investigación en todos los entornos de centrales nucleares alemanas. En 1992, el Ministerio de medio ambiente informó a la población alemana sobre el resultado: en un área de 15 km. alrededor de centrales nucleares, no se había registrado un incremento de casos de cáncer y leucemia entre niños de hasta 14 años. Sin embargo, de un control de los resultados realizado por miembros de la Comisión de leucemia de Schleswig-Holstein (en actividad de 1992 hasta 2004) resultó el siguiente diagnóstico:
En un entorno de 5 km, hubo un incremento significativo de casos de leucemia en niños menores de 4 años. En un área de 5 hasta 10 km, hubo menos casos, y en el entorno de 10 hasta 15 km, aún menos.
Para la investigación epidemiológica de causas, la dependencia de un fenómeno con respecto a la distancia, es una clara señal que hay un centro que emite substancias contaminantes y que la concentración de esas substancias disminuye en la medida que se toma distancia de él. Si un número significativo de casos en un entorno de 5 km, se «diluye» en un entorno de 15 km, no es sorprendente que entonces se constate la «ausencia» de un efecto. Y es un hecho radiobiológico, que en los niños de menor edad, una dosis también menor de rayos es suficiente para desencadenar leucemia.
Los que explotan las centrales nucleares, el Registro Nacional de Cáncer Infantil en Maguncia y los políticos del gobierno de Kohl, no veían ninguna relación entre los casos de cáncer y la emisión radiactiva de las plantas nucleares.



Los elevados valores registrados por los miembros de la comisión en el entorno de Krümmel/Geesthacht fueron, o bien negados, o simplemente atribuídos a la catástrofe de Tschernobyl.
En 2004, a raíz de la presión de grupos de la sociedad, de numerosos médicos y de un alto número de habitantes en el entorno de centrales nucleares alemanas, el Ministerio de medio ambiente encomendó nuevamente al Registro Nacional de Cáncer Infantil en Maguncia, que hiciera una investigación minuciosa sobre cáncer infantil en niños menores de 5 años que viven en el entorno de centrales nucleares en Alemania. Ese nuevo estudio (llamado estudio KiKK), que con un márgen de 20 metros de exactitud medía la distancia entre la vivienda de los niños afectados y la próxima central nuclear (la chimenea), tuvo en cuenta, además, otros elementos que pueden contribuir a provocar cáncer (por ejemplo radiografías, contacto con animales, sustancias químicas en el hogar). En cada entorno de una central nuclear se examinaron 3 distritos y un grupo especial de 12 personas se ocupó de los detalles del planeamiento del estudio.
En diciembre de 2007, la nueva directora del Registro de Cáncer Infantil de Maguncia, Profesora Blettner, dió a conocer el resultado:

«Nuestro estudio ha confirmado que se observa en Alemania una relación entre la distancia de la vivienda con respecto a la próxima central nuclear […] y el riesgo para los niños de contraer cáncer o leucemia antes de los 5 años de edad. […] La exposición a rayos ionizantes no ha sido ni medida ni evaluada (modelada) […] la radiación ionizante que emiten las centrales nucleares en su funcionamiento normal, no puede interpretarse básicamente como una causa.»

La afirmación de los autores del estudio KiKK, según la cual la exposición de los niños a los rayos no fue evaluada, se ha comprobado que es falsa. En el año 2006, esos mismos autores expusieron su metodología en un «Informe sobre un estudio epidemiológico en realización». Ellos aclaraban en detalle, que para sustituir la falta de datos individuales sobre los perjuicios de la radiación en los niños, se determina la distancia individual entre la vivienda y la central nuclear, y con la ayuda del principio de distancia se puede calcular aproximadamente una relación dosis-efecto.
Pero, al presentarse resultados «inesperados», los autores del estudio KiKK afirman ahora, que las radiaciones no pueden ser consideradas como causantes de cáncer y leucemia en los niños. Así, contradicen simplemente el método que ellos habían fijado anteriormente, es decir, que la distancia con respecto a la central es una medición sustitutoria de la exposición radiactiva. Este proceder pone de manifiesto un fraude científico.
La afirmación de los autores, según la cual la radiación emitida por las centrales nucleares es mil veces menor que la radiación natural, no ha sido probada por ninguna medición de dosis hecha por los propios autores, y, considerando los resultados del estudio, no es creíble. La radiación natural ocasiona entre un 5 y un 10% de los casos de cáncer anuales (425 000 en el año 2002). Es también interesante, cómo se llegó a fijar para la población en Alemania el valor límite, aún vigente, de 0,3 mSv anual para los residuos gaseiformes y líquidos de las centrales nucleares. La Comisión internacional para la protección radiológica ICRP (1958) aclara, que si bien esos valores límites significan para la población una nocividad considerable por los daños genéticos,

«éstos pueden considerarse como soportables y justificables comparados con las ventajas que resultan del uso de la energía atómica.»

En 1965, aclaró la ICRP que el valor límite de 5 rem para las dosis gónadas:

«[…] permite un márgen razonable para la expansión del programa de energía atómica.» En 1969, la Comisión atómica alemana que, apelando a la ICRP, fijó los márgenes de radiación aún hoy vigentes, aclaró: «[…] que esa contaminación radiactiva es inevitable si se quiere que los costos se mantengan soportables.»

El gobierno designa a científicos como asesores de su comisión para la protección radiactiva. Así, en 1987, su presidente Prof. Jacobi manifestó en televisión:

«Él que muere de cáncer a causa de Tschernobyl, entonces no se muere por otras causas, porque todos tenemos que morir de algo.»

En el verano de 1993, el Dr. Kinzelmann, médico de la central nuclear Neckarwestheim, declaró públicamente a propósito de los informes controvertidos de los científicos con respecto a la energía atómica:

«Siempre conseguiré los científicos que me traen ‹buenos› resultados si pago lo suficiente.»

Prof. Hubert Markl, presidente de la Max-Planck-Gesellschaft, declaró con respecto al incremento de enfermedades:

«Es indiscutible, que también en las ciencias – con más frecuencia de lo que nosotros científicos querríamos – existen impostores. No sólo cometen negligencia, sino fraude realmente intencionado.»

Con el amianto, el fumar pasivo, las consecuencias de Tschernobyl y otros ejemplos, está indudablemente comprobado que círculos de influencia en la política y la economía, se sirven de científicos «adecuados» para restar importancia o negar, por dos o más décadas, daños graves a la salud que son evidentes, y así engañar a la población.
En aras de intereses económicos se acepta la enfermedad y la muerte de innumerables seres humanos.    •
(Traducción Horizons et débats)

Prof. Dr. Edmund Lengfelder Strahlenbiologisches Institut, Ludwig-Maximilians-Universität München Schillerstr. 42, D-80336 München
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